Por Auchely Suarez
La fabada asturiana es un plato icónico de la gastronomía española, conocido por su sabor intenso y su textura cremosa. Originaria de Asturias, esta receta ha trascendido fronteras y se ha ganado un lugar en las mesas de muchos países, incluyendo República Dominicana, donde algunos han encontrado formas de adaptarla a ingredientes más accesibles sin perder su esencia.

Un Guiso con Historia
Se cree que la fabada comenzó a prepararse hace más de dos siglos en Asturias, cuando los campesinos necesitaban un plato contundente y nutritivo para sobrellevar los inviernos.
El portal www.elespanol.com, indica que es seguro que este plato era elaborado por los ganaderos y agricultores que aprovechaban los alimentos de sus propias producciones.
Con el tiempo, dejó de ser solo una comida rural y se convirtió en un símbolo de la cocina española, reconocido por su riqueza en sabores y su capacidad para reconfortar en cualquier época del año.
El secreto de su éxito radica en la calidad de los ingredientes y en la paciencia para cocinarla a fuego lento, así como que haya un equilibrio entre la grasa y la propia fabada. La receta tradicional se elabora con fabes, unas alubias blancas grandes y cremosas cultivadas en Asturias, acompañadas de embutidos como chorizo y morcilla, además de panceta curada.

Una versión dominicana
En República Dominicana, donde los platos de cuchara son parte esencial de la gastronomía, la fabada ha encontrado un espacio entre los amantes de los guisos. Algunas personas han optado por versiones adaptadas, utilizando ingredientes locales. Por ejemplo, hay quienes sustituyen las fabes por lentejas, un producto más común en la cocina dominicana y que aporta una textura distinta pero igualmente deliciosa.
Uno de los entusiastas de esta versión es Juan Suárez, un dominicano que probó la fabada y quedó fascinado con su sabor. Aunque respeta la receta original, prefiere prepararla con lentejas, pues considera que se cocinan más rápido y conservan la esencia del guiso.
Ingredientes y preparación (Para 4 personas):
• 500 g de lentejas (o fabes, si se consigue la versión original)
• 2 chorizos
• 2 salchichas artesanales
• 200 g de panceta curada (o tocino)
• Carne de cerdo (opcional)
• 1 cebolla
• 2 dientes de ajo
• 1 cucharadita de pimentón dulce
• 2 cubitos de caldo de pollo
• 1 ají morrón
• 1 ají verde
Pasos:
1. Remojar las lentejas por unas horas. A diferencia de las fabes, que requieren una noche en agua, las lentejas solo necesitan un par de horas.
2. En una olla grande, calentar un poco de aceite de oliva y sofreír la cebolla picada y el ajo majado durante unos minutos.
3. Agregar los chorizos, las salchichas y la panceta, todo en trozos, y sofreír hasta que suelten su sabor.
4. Incorporar las lentejas y cubrir con suficiente agua.
5. Cocinar a fuego lento, removiendo con cuidado para evitar que se rompan las lentejas. El guiso debe espesar poco a poco, permitiendo que los sabores se integren bien.
6. Dejar reposar antes de servir; incluso, al día siguiente los sabores estarán aún más concentrados.
El momento de la verdad: servir y disfrutar
Cuando la fabada está lista, se presenta con un caldo espeso y lleno de sabor, con los embutidos resaltando en el plato. Algunos sugieren un toque de queso parmesano para darle un giro especial, aunque la receta tradicional ya es suficiente para conquistar cualquier paladar.
Probar un bocado de esta versión con lentejas es descubrir una combinación armoniosa entre lo cremoso de la legumbre y lo ahumado de los embutidos. Para quienes la preparan con fabes, la experiencia es aún más auténtica.
La fabada asturiana es un claro ejemplo de cómo la gastronomía puede adaptarse sin perder su esencia. Ya sea siguiendo la receta original o incorporando ingredientes locales, lo importante es disfrutar de un plato lleno de historia y sabor.